viernes, 3 de junio de 2016

Temas Recurrentes y Problemas de Irrigación

Perdón la tardanza. Pondría "tengo una vida de la cual ocuparme" como excusa, pero mi papá me enseñó que poner excusas y mentir son de mala educación. Y para los que protesten al final de esta entrada: Sí, soy una mujer un tanto agresiva. Tengo rachas. Entremedio prometo ser un amor y cocinar galletitas. No prometo compartirlas.

Probablemente, las mentes más brillantes de entre ustedes lo hayan deducido. A los que no, les cuento, absteniéndome de comentar sobre sus capacidades de observación. El tema recurrente de este blog es el tren, pero porque en el tren yo escribo. Mientras avanza, mi mano se acalambra, el cuaderno se descuajeringa, y mi lengua se seca de tenerla afuera al costado de la boca por el esfuerzo. Soy una dama. Es casi una hora que puedo dedicarme a luchar contra un pulso de porra, las siete capas de abrigo del día, los gritos de los vendedores ambulantes, y la locutora imperturbable esa bendita que me explica por vez nueve millones que la próxima estación, Victoria, conecta con el canal Diesel a Capilla del Señor. 

...Porque escribir es mi pasión, aparentemente. Los resultados del test vocacional no mienten, así que mi cerebro tendrá que llorar calladito y la mano ponerse a laburar nomás.

El proceso entre vagones es muy parecido al que vivo A Pedido del Público cuando algún zapallo me pide que escriba la novela esa. Sólo que en el vagón eventualmente media idea por lo menos se me cae. Y ahí viene el problema, pero antes tengo algo que decir al zapallo aquél, que bien sabe quién es: no se me cae una idea para escribir una entrada en un blog, te parece que puedo escribir una novela? Vergüenza te debería dar. 

Vuelvo.

El problema de escribir en un tren se puede explicar comparando. Pónganle que el cerebro es como una gran zona  por donde el agua circula. Hay gente que tiene un campito de lo más pulcro, regado a través de algún sistema que Dios sabrá cómo hicieron para instalarlo, pero que llega a todos lados con sus acequias de perfección por donde el agua fluye. Nunca se seca, nunca se atasca. Ordenadita y funcional, flor de irrigación. 

Después estamos los que, por alguna razón, tenemos dentro del mate un dique. Lo armó algún iluso que se creyó que así iba a juntar algún chorrito de algo. Ya no importa qué, agua, Fanta, vino, lo que venga. Me paso todo el día achicharrándome al otro lado del dique, al sol del desierto facultativo. Pero, cuando llego al tren, un corcho que hasta entonces no sabíamos que estaba se salta, y blerp. Toda el agua sobre el papel. Ochenta mil temas inundan el pobre lado deshidratado de mi cabeza, que se olvidó lo que el agua era y ya no tiene manera de absorberlo. La vuelca entonces como puede, en un desquicie de ojos muy abiertos y lenguas acalambradas. Son cincuenta minutos de tren que vuelan, y son quichimil retazos que tienen que ser hilvanados de manera relativamente coherente.

No hay manera de plasmarlos todos; no hay salvavidas que valga. A manotazo limpio nomás garabateo lo que se pueda, teniendo en cuenta el largo del trayecto y mi capacidad para concentrarme en un solo tema, que debe estar rondando el nivel mojarrita. Es una lucha entre no querer perder los detalles y no perder los otros chorrines que borbotean del agujerito ese. Porque poner sólo las ideas nunca funciona. Después llegás a tu casa y tus inscripciones tipo "cebra rusa color verde claro pisa un rascacielos con moño para atrás" no significan nada ya.

La cabra de la inspiración -porque algunos días negros, la inspiración es una cabra- te abandonó otra vez, y en el proceso se comió tu lápiz.

3 comentarios:

  1. Excelente Cata! Me pasa todo el tiempo eso. Lo peor es cuando no anoto ni la idea porque es de noche y estoy cansada. Escribir en tren es parte del romanticismo que hemos perdido en pos de la seriedad del trabajo acorbatado,encarpetado y supuestamente "no tengo tiempo para eso" Muy buena entrada. Comparto el sentimiento

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  2. Excelente Cata! Me pasa todo el tiempo eso. Lo peor es cuando no anoto ni la idea porque es de noche y estoy cansada. Escribir en tren es parte del romanticismo que hemos perdido en pos de la seriedad del trabajo acorbatado,encarpetado y supuestamente "no tengo tiempo para eso" Muy buena entrada. Comparto el sentimiento

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  3. Cata, no se resume tanta risa en ninguna palabra. Que te puedo decir? Voilá! Sos un genio y naciste para esto.(y si, soy de las viejitas que creen que hay que firmar un comentario de blog cual esquela o nota al pie... Que papelón! .. Pero....) Cariños, Ingrid

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